Disfrutar del sexo después de las vacaciones


Nadie duda, hoy día, de la importancia y repercusión de la sexualidad en la salud. La evidencia científica ha puesto de manifiesto que cuando iniciamos un contacto erótico, durante el proceso de excitación, hacemos el ejercicio equivalente a andar un kilómetro y si llegamos al orgasmo sería como subir dos tramos de escalera, por lo que el sexo se puede convertir en un entrenamiento físico agradable, además según la British Psychology Society, la mortalidad entre los 40 y 50 años baja un 50% si se tienen dos orgasmos por semana.


De la misma manera, en la Routgers University de New Jersey, se ha constatado que el orgasmo aumenta la actividad cerebral de manera más intensa que cualquier cálculo numérico, aumentando la oxigenación cerebral. Otros estudios constatan que la actividad sexual parece favorecer la neurogénesis o al menos, facilita el mantenimiento de las conexiones neuronales (persistencia de la reserva cognitiva, lo que se traduce en mayor tiempo de facultades mentales). En el mismo sentido, parece que la excitación erótica facilita la disminución del estrés.

Asimismo, la relación sexual conlleva un aumento del tono vascular del suelo pélvico, lo que dificulta la aparición de prolapsos en las mujeres, atrofia vaginal, protege contra infecciones y otros procesos urológicos. En definitiva el sexo es bueno para la salud e imprescindible para el mantenimiento del amor y la pareja.

Igualmente para tener sexo es necesario poseer un adecuado estado de salud, parecería por tanto, que durante y después de las vacaciones, con cuerpo y mente más descansados, el sexo debería ser mejor, lo que ocurre en gran parte de las ocasiones, pero otras veces la realidad es distinta.
Dejar de lado los hábitos dañinos

El buen sexo implica que los niveles de estrés no sean elevados, por tanto unas buenas vacaciones siempre vendrían bien, pero por desgracia no son pocas las personas que sufren un proceso de “desadaptación al estrés”, bien porque son especialmente susceptibles al cambio de ritmo o por la sobrecarga de actividades –incluso ociosas- que se han dejado para el periodo vacacional, que son tantas, que no hay espacio para cubrirlas. En cualquier caso la ansiedad que conlleva este cuadro no facilita en absoluto una respuesta sexual saludable.

El sobrepeso también influye negativamente además de predisponer a la diabetes y la hipertensión, que también interfieren en la sexualidad. Y no digamos el tabaco que disminuye la presencia de óxido nítrico en las arterias, imprescindible para la lubricación vaginal en la mujer y la respuesta eréctil en el hombre.
Lo peor, las desavenencias

Pero posiblemente el factor que interviene de forma más negativa en la respuesta sexual postvacacional son las desavenencias en pareja.

Septiembre es el mes donde hacemos en consulta más “terapia de pareja”, es decir, intervención con parejas en conflicto; la causa fundamental, unas expectativas desmedidas de lo que iban a disfrutar en vacaciones.

Muchas parejas con problemas de comunicación confían en el tiempo de ocio para resolver los conflictos, además la visión que tiene cada miembro de la pareja sobre el desarrollo vacacional no necesariamente coincide y, sin embargo, compartir más tiempo juntos cuando la relación no es buena, entre personas con pocas habilidades para resolver problemas, ayuda a que las discrepancias aumenten deteriorándose aún más la intimidad, factor necesario para un buen sexo.


Autor: Francisco Cabello Santamaría. Médico, psicólogo clínico y sexólogo. Fundó y dirige el Instituto Andaluz de Sexología y Psicología desde 1991. Presidente de Honor de la Federación Española de Sociedades Sexológicas desde 2004 es profesor de Asesoramiento y Terapia Sexual en la Universidad de Almería.

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